Es innegable que vivimos permanentemente conectados con todo tipo de dispositivos electrónicos. Son parte de nuestra vida diaria, e incluso más en la del viajero, tanto por turismo o por negocios, donde tienen la misión adicional de no perder el hilo con nuestro mundo habitual.
Sin embargo estos aparatos tienen unas baterías muy limitadas y en cuanto se usan un poco, se reduce drásticamente la posibilidad de seguir utilizándolos. Es entonces cuando nos damos cuenta de la importancia de tener un enchufe con corriente eléctrica a nuestra disposición para poder cargarlos y no perder nuestro moderno y tecnológico cordón umbilical. En casa, el trabajo, los lugares habituales lo tenemos más o menos solventado, pero, durante el viaje mismo… ¿cómo conseguir esta preciada recarga?
Cada vez son más frecuentes de ver en aeropuertos internacionales (desgraciadamente uno tan grande como Barajas no cuenta con ello…), pero más allá de su utilidad, quizá nos den idea de una evolución de la vida misma.
En un mundo en que cada vez estamos más conectados por cualquier medio (móviles, portátiles, tabletas…) resulta increíble que perder “la vida” de dichas conexiones sea algo tan habitual. Está claro que las soluciones tecnológicas no han ido, ni de lejos, a la par con las necesidades, digamos “alimentarias” de nuestos numerosos gatges electrónicos. Se crea así un terrible binomio, el de la necesidad de estar conectados y actualizados en todo momento, estemos donde estemos, hagamos lo que hagamos, y el casi pánico que sentimos cuando vemos mermar vertiginosamente los gráficos de nuestras pequeñas pantallas que reflejan la carga de nuestros dispositivos.
Ahora mismo escribo esto desde el aeropuerto de Doha, en una escala de varias horas antes de tomar el siguiente vuelo, y desde que hemos aterrizado la prioridad era encontrar “algún enchufe” alrededor del cual aposentar nuestro temporal campamento viajero. Este aeropuerto, en constante renovación desde los últimos años (llevo casi 5 recalando en él con bastante periodicidad), es uno de los que han pasado por varias fases. En un principio no había más que los enchufes de la propia terminal, en cualquier sitio, donde si querías cargar algo, tenías, por narices que sentarte en el suelo de un pasillo cualquiera. Unos años después habilitaron una especie de habitación un tanto extraña, con numerosas tomas en una especie de tabla corrida, mezcla de barra de bar y mesa, donde algunos de pie utilizaban sus portátiles, otros se sentaban en el suerlo bajo la tabla, otros sobre la misma mesa… Esa habitación ahora es la zona de juego de niños, y han habilitado otra similar, pero con mesas como dios manda, sillas, algunos ordenadores y conexión a internet de pago. Y en otro punto de la terminal, por cierto nada indicado y algo escondido, quiero decir, no de paso… han situado un punto de carga, el de la foto.
Aquí estoy en estos momentos. Los móviles cargando, el portátil enchufado, y a mi alrededor una variedad grande de gente, todos conectados a los cables, aprovechando para recargarlos y utilizarlos sin temor a quedarse con el temible apagón.
Gente joven en su mayoría, con gran proliferación de aparatos de la manzanita de Steve Jobs; algunos viendo películas, otros trabajando, los locales, con sus pinchos de internet propios actualizando sus perfiles de Facebook y similares, otros dormitando mientras se recargan los móviles y yo cambiando del móvil al portátil, para hacer más amena la espera.
Desde luego algo está cambiando. Me gusta ver como los adaptadores son cada vez más pequeños, al fin parece que va existiendo eso tan demandado de la igualdad de tomas para todos los aparatos y el micro usb con un sencillo y pequeño cuadradito es suficiente para dar vida a nuestros indispensables compañeros. Cambia que los aeropuertos, los lugares públicos cada vez con más frecuencia establecen estos puntos de carga, bien para enchufar directamente tus cables y quedarte alrededor (o alejarse, sin quitar el ojo, los más valientes…) como este en el que nos enctontramos, o aquellos otros como el del aeropuerto de Singapur donde hay una serie de cajetines con llave con todo un dispositivo de cables con todas las terminaciones posibles, además del enchufe normal, para dejar tu móvil cargando, cerrar la puertecita, llevarte la llave y volver a por él al cabo de un rato.
Se crean inventos, y se acrecientan las necesidades, no se si realmente es bueno o malo, pero lo que no hay duda es que es un hecho.
Hoy se valora enormemente un lugar de tránsito como puede ser un aeropuerto con posibilidad para conectarse a la red, voy viendo como es cada vez una tónica más general y algo a lo que poco a poco nos vamos a habituar. Ya no hay que ir mirando al suelo como un desesperado, buscando un enchufe perdido, sino dirigirse con tranquilidad a estos puntos donde cargar las pilas, nunca mejor dicho.
Solo me queda una cuestión… y es por qué no se ven en nuestros aeropuertos españoles. Porque me parece muy fuerte que incluso los enchufes que hay sueltos por las terminales, suelen estar sin corriente!! ¿Seguimos en España a la cola del mundo y las necesidades de la sociedad? No me extrañaría nada, que un día aparecieran, pero con una ranura donde meter la moneda. Sin devolución, claro!
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Muy interesante el post, y muy de acuerdo. De la misma manera que ya clama al cielo que no haya WI FI gratis en los Aeropuertos. Un saludo, Constanza