De nuevo, algunos trabajadores de Viajarsolo volvimos a hacer las maletas, en nuestro caso las mochilas, y emprendimos un corto viaje, un fin de semana en Viena. La capital del imperio austro-húngaro nos tenía preparadas algunas sorpresas.
Para ser sinceros, no nos habían hablado muy bien de esta ciudad, pero íbamos con la mente abierta y con nuestro característico positivismo a la hora de viajar.
Para empezar, las cosas no empezaban bien, volábamos de tarde con Euro Wings y habíamos recibido un mensaje informando de que el avión se había retrasado 1 hora y 30 minutos. Eso retrasaría nuestra llegada y no pudimos cerrar los ojos hasta casi las 2 de la madrugada. Aún así tuvimos suerte de poder coger un tren rápido al centro de la ciudad y movernos en bicicleta hasta el alojamiento.
Nuestra llegada nocturna no ayudó para poder apreciar nuestros alrededores.
Una vez despiertos, nos dirigimos al Prater, un parque gigantesco al lado del centro de la ciudad, ideal para pasear y hacer deporte durante cualquier época del año. Aunque Viena es una ciudad ‘gris’ durante la gran mayoría del año, pudimos disfrutar del buen ambiente del Reto INEOS 1:59, que estaba programado para el 12 de octubre a las 8:15 de la mañana. Donde unas 120.000 personas siguieron el evento.
Al terminar de seguir el evento, desayunamos y tomamos algo caliente para salir del frío otoñal, pero por suerte no costó mucho, dado que es un frío seco y soportable. Solo hace falta ir bien abrigado durante todo el otoño e invierno. Eso sí, después de nuestra primera comida podemos deciros que Viena no es una ciudad barata ni por asomo.
Más tarde, nos esperaba un free walking tour por el centro histórico de la ciudad. Ya quedamos sorprendidos durante el camino al punto de encuentro y la ruta de tour no decepcionó para nada. La única pega del tour es que el guía no fue muy cautivador.
Por otro lado, Viena es una ciudad multicultural, cosa que nos encanta. Pudimos saborear comida de diferentes puntos del planeta y comprar los típicos dulces turcos.
El centro histórico de la ciudad es inmenso y existen puntos turísticos alejados, como el Palacio de Schönbrunn, uno de los monumentos más importantes del país y residencia veraniega de los Habsburgo. Por este motivo, creemos que es importante recorrer el centro a pie y en caso de tener que moverse algunos kilómetros de más, hacerlo en bicicleta. La ciudad está llena de carriles bici interminables y hay muchos lugares donde podrás alquilar una bicicleta. Pero nosotros aconsejamos Donkey Republic. Otro factor que os hará escoger la bicicleta, es el alto precio de otros medios de transporte.
Como ya hemos comentado antes, realizar un free walking tour es una fantástica idea y existen muchas empresas que los hacen. Es posible realizarlos tanto por la mañana, como por la tarde. Otra manera de hacerlo, pero sin ser informados de nada, es recorrer el centro a pie.
La cultura vienesa se caracteriza por tomar café en las típicas casas de café. Hay de mil colores repartidas por toda la ciudad. Es el mejor sitio para descansar, refugiarse del frío y hablar con nuestros acompañantes de viaje. Vamos, un lugar donde socializar y donde suele estar la gente, las calles están bastante vacías para ser una capital de 1,6 millones de habitantes.
Si te gusta el arte, podrás ir al Albertina, y si eres un enamorado de la ópera, tendrás que visitar de forma obligada la Ópera de Viena. En cambio, si prefieres estar fuera, te aconsejamos visitar el Naschmarkt donde podrás comprar dulces turcos, chocolates o comer en un tailandés.
En resumen, aconsejamos que si quieres disfrutar de un fin de semana en Viena y no vas en verano, llévate chaqueta. Disfruta de la comida turca, que es muy abundante y anda mucho por los parques, por el Danubio y por el centro histórico. Llévate una buena cámara, o un buen móvil en su defecto, para hacer las fotos más ‘instagrameables’. Controla tu presupuesto, es una ciudad muy cara. Se cívico, o te llamarán la atención. Y por último, muévete en bicicleta, ¡es una ciudad perfectamente habilitada para ello!
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