¿Quién no ha escuchado el relato de algún amig@ en el cual afirma que un viaje le cambió la vida? Viajes iniciáticos, mágicos o reveladores que aunan una serie de experiencias que cambian a la persona. Nosotros desde Viajar Solo no sólo lo confirmamos sino que lo experimentamos nosotros mismos. Viajar cambia a las personas, las enriquece y nos hace crecer y madurar. Viajar en sí mismo es una experiencia única.
Pero no sólo el destino influye en ese cambio y evolución interna. Sólo el cumplir un pequeño sueño de viajar a algún rincón que por algún motivo tiene un significado especial para nosotros puede ser suficiente. Hoy os recomendemos algunos de los viajes que esperamos os abran la mente y el corazón para todos los bolsillos.
En Viajarsolo.com nos apuntamos a una nueva tendencia de vida que busca una desaceleración de la misma. Se basa en un retorno a dar más importancia a las pequeñas cosas, a los amigos y familiares a las actividades que dan un placer sencillo y cotidiano. Para ello hemos de cambiar nuestra manera de enfocar la vida, quitarnos las prisas en el comer, olvidarnos del estres, buscar el relax, cambiando a nuevas formas de ocio.
Acabamos de regresar de ese paraíso, todavía tenemos en la retina la imagen de una inmensa gama de verdes mezclados con una arena blanquísima y los típicos cocoteros inclinándose sobre la playa.
El secreto de que todavía se conserve tan virgen es una mezcla de que se empezó a habitar muy tarde y de una política de conservación impecable, no está permitido cortar ningún árbol sin permiso ni aún que esté en tu propiedad. Desde el mar vemos una inmensa masa verde con casitas ocultas entre la naturaleza, ninguna sobresale más que la vegetación.
En cuanto a los fondos marinos qué decir, aguas trasparentes, peces multicolores, corales brillantes que se ven simplemente con unas gafas de snorkel, son palabras muy repetidas cuando se habla de islas exóticas, pero en este caso son superadas por la realidad, de hecho después de visitarlas podemos decir que no hay fotografía que refleje la realidad, hay que verlo y dejar en la retina la impresión para que a la vuelta nos acompañe en nuestros días grises.
Son 115 islas de las que muchas no están habitadas, nosotros visitamos Mahe con su capital Victoria, Praslín y La Diguè.
Cada una tiene su idiosincrasia, Mahe es más “cosmopolita” tan urbana que su capital se recorre a pie en media hora y hasta hace poco sólo tenía un semafóro. Ahí es donde está el aeropuerto internacional con su flota propia de aviones, es el país más pequeño con flota propia, Air Seychelles.
En Praslín se encuentra el famoso Coco de Mar, muy protegido, es la única isla del mundo donde vive este Coco que tiene forma de sexo humano, femenino en la palmera femenina y masculino en la masculina, de ahí se aventurarón a afirmar que se trataba del jardín del Edén y estas palmeras el árbol del pecado. Cosa que los Sechellois han aprovechado turísticamente y el Coco de Mer es el símbolo de las Seychelles.
La Digue es increíble, hay poquísimos coches, no los dejan circular a no ser que sean para transportar materiales pesados y la forma de desplazarse por toda la isla es la bicicleta, también hay carros con bueyes a modo de pequeños autobuses para los turistas, para mí, dentro de la belleza total del resto de las islas, esta es la más bonita, ha sido elegida para rodar películas de piratas y también aquella legendaria de Enmanuelle de la que todavía se conserva la casa enfrente de un mar de ensueño.
Aquí también podemos visitar la playa más fotografiada del mundo, y en cuanto estás en ella comprendes por qué: rocas graníticas inmensas descansan sobre la arena más blanca que se pueda imaginar como si de totems se tratara.
Es un destino completamente recomendable, no dejemos que sean los novios en luna de miel quien los visite únicamente, todos nos merecemos una entrada al paraíso.